Las imágenes de Rafael.
El artista plástico con sus colores impredecibles y sus volúmenes sobre el lienzo, termina pensado en nuevas formas de vida, es decir, siendo un filósofo que conceptualiza la existencia, el escritor, describe minuciosamente los hechos que narra, agota cada una de las aristas que componen esos hechos para mostrarlos en toda su cruda complejidad, el músico genera sonidos líricos que encuentren resonancia en la inmensidad del infinito. El fotógrafo es todo eso, pero con una enorme limitación y cortapisa que no tienen los demás, lo pequeño del espacio en el que debe hacerlo. En esa pequeña muestra del mundo debe reflejar una realidad y expresar sus ideas acerca de ella. En virtud de todo esto, no me queda otra opción con Rafael que verlo como un excelente fotógrafo.
En una oportunidad, caminando por la calle con él, se detuvo delante un automóvil estacionado para tomarle varias fotografías al cristal delantero. Yo había pasado muchas veces por ese mismo sitio y no había visto en el vehiculo nada que pudiera considerarse tan interesante como para tomarle una fotografía. Cuando Rafael me mostró las que había tomado, no salí de mi asombro. Lucian pisadas con el limpia parabrisas del vehiculo no menos de diez boletas de multas, que la imagen multiplicaba en su radical segmentación del espacio, a partir de una de las más importantes características de la plástica, el encuadre. Era sin lugar a dudas, una buena imagen, pero más que eso, era el reflejo de la realidad urbana en la que vivimos todos los que lo hacemos en una ciudad como Miami, New York, Bogotá o Caracas. Era el reflejo de una inmensa metrópolis en el pequeño rectángulo de la pantalla de la cámara. Eso que por lo general caracteriza a los buenos fotógrafos, saber captar el momento, el objeto, y, de este, el segmento que de verdad diga algo, la angulación con la que debe ser tomado y la luz que lo resalte y destaque en sus formas, sus colores, sus tonos, su detalles, Rafael lo tiene agudizado en grado superlativo. Sus imágenes de micro elementos, insectos, flores, son precisas, las composiciones de sus paisajes, soberbias. Paradójicamente, le dije un día: ¡Parecen una pintura! arte por el que siento absoluta debilidad, refiriéndome a una hermosa vista de un paraje de los insólitos Everglades de La Florida. No, me dijo, ¡Así son de hermosos! No hay otra forma de tomarlos. Pero si la hay, sólo que él los tomó como son y como deben verse. Kurosawa decía del cine, que de un buen guión puede salir una buena película, pero de uno malo, ¡jamás! Así mismo, supongo, de un motivo interesante, un fotógrafo común puede conseguir una buena imagen, pero uno excepcional, como Rafael, no sólo lo logra, sino que se expresa a través de ella. Quizás por eso es tan callado…