Lo apolíneo y lo dionisíaco en el pensamiento de Nietzsche.
Dionisíaco: Propio de la naturaleza atribuida al dios griego Dionisio (dios del vino y de la sensualidad) o relacionado con ella.
Apolíneo.
1. adj. Perteneciente o relativo al dios griego Apolo.
2. adj. Que posee las cualidades de serenidad y elegante equilibrio atribuidas a Apolo, en contraposición al dionisíaco.
3. adj. Dicho de un hombre: Que posee gran perfección corporal.
Este trabajo surge motivado inicialmente a indagar lo referido al pensamiento de Friedrich Nietzsche (1844-1900) en cuanto a lo apolíneo y lo dionisíaco en las manifestaciones artísticas. Para Nietzsche los dos dioses más importantes del panteón griego son Dionisio y Apolo.
Lo apolíneo expresa las formas acabadas y bellas que se presentan en las artes figurativas, mientras que lo dionisiaco se refiere a aquellas basadas en el ritmo y la pasión. A partir de la lectura de varias investigaciones publicadas en las redes, pude componer este breve ensayo desde mi posición de neófito en la materia, pero con gran interés en conocer la personalidad y el legado de este pensador.
Al mencionar a Nietzsche y su influencia en la cultura y las mentes, junto con la vigencia que revisten los debates en torno a su obra, es imposible no sentir motivación por saber algo o mucho de la vida de este hombre incomparable, que vino al mundo en una época en que Alemania y Europa entera se estaban reacomodando a una serie de impactos culturales y sociales. En el caso de Alemania, orientados a convertirlo en un estado moderno, mientras se elevaba el nivel cultural del pueblo. Y, aunque al principio, la intención sería lograr una nueva república, letrada y humanística, no se hizo así, sino que se encauzaron hacia la economía y la producción.
Proveniente de un hogar protestante, pierde a su padre a la edad de cuatro años y se cría en un hogar intensamente puritano, con su madre, hermanas y tías, todas mujeres. A raíz de la lectura de Schopenhauer (1788-1860), se sintió fuertemente identificado con su obra y nunca abandonó esos principios.
“…partiendo de la aceptación de que primeramente somos una naturaleza infinita y primigenia: “La Voluntad”, que surgió antes de la concepción racional o lógica occidental. Por tanto, no se trata de reprimir lo que somos sino asumirlo, aceptar de una vez por todas nuestra esencia primeramente natural en cuanto que emerge en la naturaleza misma”.
De esta idea de Schopenhauer brota lo que será unos de los pilares del pensamiento nietzscheano sobre la libertad individual, la naturaleza, la cultura y el arte.
Al conocer a Richard Wagner queda fuertemente impresionado de su personalidad y conocimientos y se inicia una estrecha amistad, a pesar de existir entre ellos una gran diferencia de edades, a Nietzsche le importaba era el genio creativo de Wagner, que a su opinión, justificaba todos los sufrimientos que involucraba la vida. Ambos compartían la influencia del pensamiento de Schopenhauer, quien consideraba la vida como esencialmente trágica, enfatizando el valor de las artes para ayudar a los seres humanos a hacer frente a las miserias de la existencia y colocando a la música en un lugar privilegiado.
Es así que se fue intensificando su amistad y se fue compenetrando con el compositor al punto de que fue un excelente apoyo para la causa de Wagner, que era la de crear una ópera alemana para la nación alemana, dejando ya de depender de la italiana que era la más popular en la época.
Wagner había escrito mucho sobre música y cultura en general y Nietzsche también trataba de revitalizar la cultura a través de nuevas formas de arte. En El nacimiento de la tragedia, primera obra que publicará, argumentaba que la tragedia griega había surgido del espíritu de la música, alimentada por un impulso oscuro e irracional, dionisíaco, que se aprovechaba de los principios de orden apolíneo para dar lugar a las grandes tragedias, como las de Esquilo y Sófocles; pero luego sería dominado por el enfoque filosófico de Sócrates. “Lo que ahora se necesita, es un nuevo arte dionisíaco para combatir el dominio del racionalismo socrático”, señalaba, afirmando que Wagner era la mejor esperanza de salvación.
Wagner y su esposa Cósima estaban encantados con el libro. Y aunque su entusiasmo por Nietzsche era sincero, también indirectamente lo veían como alguien que podría serles útil como defensor de sus causas entre los académicos; ya que Nietzsche había sido nombrado, a los 24 años de edad, catedrático en la universidad de Basilea y era importante tener el apoyo de una personalidad tan bien valorada en el medio intelectual. Tan sólida lucía esa amistad, que Nietzsche, apasionado de la música, pasaba días en la casa de Wagner y ayudaba hasta en los mínimos mandados, motivo por el cual algunos biógrafos señalan que podía haber estado enamorado de Cósima. Sin embargo, Nietzsche, por mucho que venerara a Wagner y su música, tenía sus propias ambiciones. Y aunque siempre estaba a la orden, prestando su colaboración, llegó un momento que comenzó a ver el carácter de Wagner con ojos críticos. Y si bien ambos eran férreos defensores del arte y su importancia suprema en el mundo, el estilo de vida de Wagner chocaba con las costumbres de Nietzsche, así como sus maneras histriónicas, su lenguaje y sus chistes. Además de que Wagner era antisemita, también alimentaba agravios contra los franceses y su cultura y simpatizaba con el nacionalismo alemán.
En 1876 tuvo lugar el primer festival de Bayreuth, sueño largamente acariciado por Wagner, que lo situaba en el centro de todas las miradas y comentarios y que se ha seguido realizando hasta la actualidad.
Nietzsche, al principio pensó participar, pero cuando el evento estaba en marcha encontró desagradable la frenética escena social que giraba alrededor de Wagner, las otras celebridades y la superficialidad del entorno, de modo que se retiró del acto antes del final. Ese mismo año escribiría la número cuatro de sus Meditaciones Intempestivas: Richard Wagner en Bayreuth, donde señalaba que “Wagner no es el profeta del futuro como quisiera parecernos, sino el intérprete y clarificador del pasado”.
Se vieron por última vez en noviembre de 1876 y de allí se distanciaron en lo personal y filosófico; y aunque nunca dejó de reconocer la originalidad y la grandeza de la música de Wagner, desconfiaba de ella y le encontraba una cualidad embriagadora que elogiaba la muerte, como una decadente y nihilista droga artística que solamente amortigua el dolor de la existencia en lugar de afirmar la vida.
Pero continuemos con el tema que da origen a este trabajo, que es lo apolíneo y lo dionisíaco en el pensamiento de Nietzsche: Apolíneo y dionisíaco son dos fuerzas creadoras o dos tipos de atributos que utiliza el artista para plasmar sus anhelos e inquietudes. Es así que al explicar el arte, junto con las perfecciones en las formas y claridad de conceptos se encuentra presente el dios Apolo, tal y como se aprecia en la arquitectura clásica, la poesía con una métrica convencional o en la pintura. Estas manifestaciones artísticas son apolíneas porque se fundamentan en un anhelo de sabiduría y serenidad estética.
Por su parte el dios Dionisio representa los instintos primarios, destacando en el arte su componente pasional. Es así como se puede encontrar en algunas danzas, en la música no cultivada y cualquier expresión que conecte con las más profundas y complicadas inclinaciones humanas.
Muchos artistas y filósofos han tomado la mitología griega como una permanente fuente de inspiración, y en el caso de Nietzsche no podía ser menos, es de esta forma como toma como referencia simbólica a los dioses Apolo y Dionisio para exponer su visión sobre el arte y la cultura occidental. La primera mención a ambos dioses apareció en su obra “El nacimiento de la tragedia” En ella señalaba que Dionisio y Apolo no eran totalmente antagónicos, pues en todo arte se manifiestan los dos componentes, es decir que la fuerza inspiradora del dios Apolo lleva en su interior a Dionisio e igualmente dentro de cualquier expresión dionisíaca se puede encontrar lo apolíneo. Por lo que se puede apreciar en Nietzsche algo de este modo como una reinterpretación de los conceptos, colocándolos bajo la luz de un mundo en el que cohabitan las apariencias, la paz, el desorden, el silencio y el ruido, la oscuridad y la luz, en fin factores que componen la vida.
El concepto de apolíneo también puede utilizarse para elogiar el cuerpo de un hombre que muestra belleza estética y armónica, acordes con los cánones de belleza que han predominado a través de la historia, tal como se aprecia en el célebre David, de Miguelángel (1501-1504), donde se puede afirmar que se mezclan ambas deidades en la pasión y hermosura de su obra.
Pero volviendo a Nietzsche, éste consideraba como uno de sus objetivos el acercamiento estético principalmente hacia el estudio de la tragedia de la Grecia antigua, y al conocer y penetrar el genio y la obra del arte dionisio-apolíneo, presentir la naturaleza de este agregado misterioso, enfocado hacia los aspectos positivos de esa tensión apolínea-dionisíaca y aquellas nociones netamente apolíneas del arte, que sería también una crítica contra la visión del hombre racional (socrático).
Las diferencias que se presentan entre ambos dioses, Apolo, dios del ensueño, de las artes plásticas; Dionisio dios de la música, de la embriaguez, hacen ver como imposible que pueda existir una conciliación entre ellos, y es aquí donde surge el pensamiento de Nietzsche planteando una ordenación del mundo mediante un pensar diferente a las ideas predominantes en cuanto a filosofía, y recordando que esa hegemonía del idealismo en cuanto a sistema filosófico, separa al mundo entre lo aparente y lo metafísico. Y parafraseando, diré que Nietzsche, como crítico impetuoso, plantea esa conciliación al manifestar, que los filósofos se han acostumbrado a colocarse delante de la vida y de la experiencia como se hace delante de un cuadro que representa invariablemente, la misma escena. Y reflexiono que realmente la vida está formada por los Apolos y Dionisios vigentes en nuestro presente.
Pero ¿por qué conciliarlos? La respuesta estaría en una evolución progresiva del arte que Nietzsche considera ser resultado de la unión de esos espíritus. Mencionaba que “la conciliación de los opuestos, tal como se dio en la tragedia griega, entre la danza y la música, es la que permite entender que no pueden vivir una sin la otra”, tal como reflejan estas citas. ¿En qué sentido pudo Apolo ser convertido en dios del arte? Únicamente en la medida en que es el dios de las representaciones oníricas. Él es el resplandeciente de modo radical, en su más profunda raíz es el dios del sol, de la luz que se manifiesta en su fulgor. La “belleza” es su elemento. A él le corresponde la eterna juventud. Pero también la bella apariencia del mundo de los sueños es su reino. La suprema verdad de sus estados, su perfección frente a la fragmentaria inteligibilidad de la realidad cotidiana, hacen de él el dios de los vaticinios, pero también ciertamente un dios del arte (Nietzsche 2004: pp. 120-121).
La cita anterior explica la orientación que establece Nietzsche en cuanto al arte, vista desde la óptica de Apolo; resaltando el aspecto relativo a la ilusión y la belleza y con ello la superación de la descomposición de la vida cotidiana. También conduce a reconocer que este espíritu se ajusta a la necesidad de atenuar la fea realidad y embellecerla. Y continúa:
El arte dionisíaco en cambio se basa en el juego con la embriaguez, con el éxtasis. Dos son ante todo las fuerzas que elevan al hombre natural ingenuo hasta el olvido de sí propio de la embriaguez: el impulso de la primavera y la bebida narcótica. Sus efectos se simbolizan en la figura de Dionisio. El principium individuaionis se quiebra en ambos estados, lo subjetivo desaparece por completo ante la impetuosa fuerza de lo humano en general, de lo natural-universal (Nietzsche 2004: pp. 121-122).
Nietzsche recomienda no quedarse en el mundo de lo apolíneo, ya que sería estancar el proceso de la individualidad y condenarnos a esconder los instintos detrás de un velo socialmente construido, para permanecer en la costumbre y la apariencia que determine la sociedad. Es en este origen donde se evidencia que el espíritu dionisíaco no es una mera abstracción reflexiva, sino un ser en el mundo, un proyecto que se construye desde una estética de la existencia que a su vez se expresa como resistencia frente a las modelaciones del espíritu y el cuerpo por parte del poder y las instituciones, que intentan disciplinar junto con los discursos dominantes y sus prácticas.
Asimismo señala, junto a Schopenhauer la importancia de asumir lo que somos y aceptar nuestra esencia natural que no es otra que la misma naturaleza. Es esta idea de Schopenhauer punto de partida del que será unos de los pilares del pensamiento nietzscheano sobre la libertad individual, la naturaleza, la cultura y el arte.
Conclusión
A lo largo de la lectura de diferentes trabajos relacionados con el tema, a título personal puedo concluir que Nietzsche fue un defensor de la libertad de opinión y de creación y opuesto al encasillamiento en cuanto a creación y a etiquetas de patriotismo o de lo que es moral o lo que no. Lo importante es la creación individual y, ¿por qué no?, un rescate de lo dionisíaco como posibilidad de resistencia y de hacerse a sí mismo, Constituirse en rebeldía significa beber de la copa dionisíaca y disfrutar la vida, pero respetando con constancia una disciplina artística.
Bibliografía
Nietzsche F. 1986. Humano, demasiado humano. Ed. Mexicanos Unidos, México D.F. México, pp. 13-16.
Nietzsche F. 2004. El pensamiento trágico de los griegos. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, España, pp. 120-122.
Nietzsche F. 2007. El origen de la tragedia. Ed. Espasa Calpe, Madrid, España, pp. 47- 71.
Senilia: Reflexiones de un Anciano. Arthur Schopenhauer. Pág 285.Trad Juan David Mateo Alonso. 2009
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