El círculo: La Eternidad y el Cosmos
El círculo, omnipresente en el arte azteca, encarnaba la idea de la eternidad y la naturaleza cíclica del tiempo y el universo. El sol, fuente de vida y energía, se representaba como un disco radiante. La serpiente, símbolo de renovación y fertilidad, a menudo se mostraba enroscada en forma circular, evocando el ciclo continuo de vida, muerte y renacimiento. El círculo también se asociaba con el concepto de “Ometeotl”, la deidad dual que representaba la unidad de los opuestos y la totalidad del cosmos.
El cuadrado: Estabilidad y Orden Terrenal
El cuadrado, con sus lados iguales y ángulos rectos, simbolizaba la tierra, la estabilidad y el orden. Los aztecas concebían la tierra como un plano cuadrado, dividido en cuatro cuadrantes por los puntos cardinales. Esta división se reflejaba en la disposición de sus ciudades y templos, así como en la estructura de sus calendarios y códices. El cuadrado también se asociaba con las cuatro estaciones del año, representando el ciclo agrícola y la renovación de la vida en la tierra.
La pirámide: Conexión entre Cielo y Tierra
La pirámide, majestuosa estructura tridimensional, fusionaba el cuadrado de la base con el triángulo de sus caras. Esta combinación simbolizaba la unión entre la tierra y el cielo, lo humano y lo divino. Las pirámides servían como centros ceremoniales, donde se realizaban rituales y sacrificios para honrar a los dioses y mantener el equilibrio cósmico. Sus escalinatas ascendentes representaban el camino hacia lo sagrado, y su cima, el punto de encuentro entre el mundo terrenal y el celestial.
La cruz: Encuentro de Opuestos
La cruz, aunque presente en diversas culturas, tenía un significado profundo para los aztecas. Representaba los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego) y la dualidad inherente al universo. La intersección de las líneas de la cruz simbolizaba el punto de encuentro entre opuestos complementarios, como vida y muerte, masculino y femenino, o cielo y tierra.
La espiral: Movimiento y Transformación
La espiral, con su forma dinámica y en constante expansión, simbolizaba el movimiento, la energía vital y la transformación. Se asociaba con Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, dios del viento, la sabiduría y la creación. La espiral también representaba el ciclo de la vida, desde el nacimiento hasta la muerte y el renacimiento.
Su presencia en esculturas, pinturas, códices y arquitectura nos revela la profunda conexión entre la geometría, la cosmovisión y la espiritualidad de esta fascinante cultura.
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